La primera carta que escribí en español fue para Patricia de Murillo. Ella vivía en Arequipa, en Perú. Fue un poco raro, porque antes de esta carta nos hablábamos y escribíamos en alemán. Bueno, conocí a Patricia en Prien bei Chiemsee, en Alemania, cuando me fue allí para estudiar el alemán. Después, ella vino a visitar a Suiza y se quedó a mi casa. Yo fui su guía y le mostré todos los lugares turísticos de mi área. También la llevé hasta la montaña para intentar esquiar, pero como ella nunca había visto la nieve, tuvo dificultades para caminar hasta el restaurante con las botas de esquí. Ella ni siquiera intentó poner los esquís, pero le gustó mirar a la gente esquiar. Cuando regresó a su país, seguimos escribiendo in alemán. Tuve muchas ganas de conocer el Perú, pero no quería ir sin hablar el idioma. Entonces, empecé a tomar lecciones de español, y desde el primero día me enamoré de este idioma. Cuando fue capaz escribí a Patricia en español para decirle que iba a viajar por un mes en Perú. Sorpresa (no había Google Traductor en esos días), ella me respondió enseguida en español y me invito a quedarme a su casa en Arequipa por unos días. El viaje fue una sucesión de emociones muy fuertes, pero fue también una oportunidad increíble poder quedarme en Arequipa, la Ciudad Blanca, con Patricia y su familia, ella tenia ya un esposo y un bebe. También me invitaron a Cusco para la Navidad donde se iban a ir para visitar a la familia de su esposo. Continué mi viaje hasta el lago Titicaca y les vi otras vez a Cusco antes de partir en el camino de los Incas hasta el Machu Picchu. Fue muy difícil irme da Perú, pero cada vez que escribí una carta a mi amiga Patricia fue un poco como regresar. No se por cuantos años nos escribimos, pero un día se termino. Lastima. A pesar de eso, en mi corazón recuerdo el paisaje musical de los Andes, los colores, el sabor de limón en el ceviche, la mueca hecha cuando tuve que beber todo mi vaso de chicha, las oras pasadas a fotografiar los mercados, la niebla que desaparece y la felicidad de ver el Machu Picchu aparecer en la mañana de Navidad, el ardor de la amistad…